Thursday, February 03, 2005

El rugiente Ruggiero no rugía para ella....

... Q extraña enfermedad es la pasión. Desde niños llevamos en el ánimo un dolor, una herida sin nombre, una necesidad frenética de entregarnos al Otro. A ese Otro, q está dentro de nosotros y no es más que vacío, lo intentamos encontrar por todas partes: nos lo inventamos en nuestros compañeros de universidad, en el colega de trabajo, en nuestro vecino. Ahora bien cuando ese perfecto extraño no responde a nuestra necesidad y nuestra fabulación, entonces nos embarga la tristeza más honda y más elemental, esa desolación que Dios debió crear en el Primer día, tan antigua es y tan primordial. Desciende la melancolía del desamor sobre nosotros como una lluvia de muerte sólo comparable a la del Diluvio Universal; porque igual de tristes y de excluidos y de condenados a la no vida debieron sentirse , cuando aquella hecatombe, todos los seres que no encontraron plaza en el Arca de Noé. Aupados a una última colina q en pocas horas también se anegaría, las criaturas no admitidas contemplarían con desgarradora nostalgia cómo se alejaba la barca salvadora, toda ella repleta de parejas.
Las felices e inalcanzables parejas de los otros.

"Amantes y Enemigos- los besos de un amigo-" Rosa Montero

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